Una noche de desvelo, chateando con mi amigo Laurent, nos planteamos la posibilidad de escribir un relato a medias. Es una manera de entretenernos siendo escritores y lectores a la vez. Uno escribe una parte, en la que desarrolla toda su creatividad, la envía y luego espera a que el otro haga lo correspondiente con la suya, para sorprenderse con el giro que haya podido dar la historia y disfrutarla como cualquier lector ajeno a lo que le deparará la lectura.
Laurent es un escritor francés, por lo que nos surgió la duda sobre qué idioma utilizar en el relato. La decisión fue salomónica. Yo en la lengua de Cervantes y él en la de Molière, así cada uno podría expresarse de la manera más sencilla y natural.
Me gustaría compartir con vosotros el relato que va surgiendo. Un relato que ninguno sabe dónde nos llevará, pero que nos lleve donde nos lleve, estoy segura de que disfrutaremos durante todo el trayecto. Iré publicando periódicamente cada parte, indicando quién es el autor. Las partes escritas por Laurent las traduciré, por supuesto, para que podáis disfrutar de todas las partes en castellano.
Pues bien, no me enrollo más y os dejo con esta primera parte. No os mordáis mucho las uñas hasta que publique la siguiente.
Se encontraba en el patio trasero de su casa. Aquel patio no era gran cosa; en escasos tres metros cuadrados convivían montones de cachivaches con ropa limpia que se secaba bajo los exiguos rayos de sol que lograban alcanzarla. Apenas quedaba un hueco libre, pero ella se había asegurado de dejar el espacio suficiente para poder colocar una silla de plástico que, a pesar de que actualmente estaba deteriorada por las inclemencias, no se atrevía a cambiar por una nueva. Esa silla era su lugar de relax, pero también de reflexión. Siempre que le surgía un problema acudía a ella como si de un oráculo se tratara; allí había encontrado la solución a todos los problemas que se le habían planteado hasta el momento, aunque para ello tuviera que pasarse horas sentada observando el vuelo zigzagueante de las hojas que llegaban finalmente a aterrizar en su patio o en los contiguos, o viendo pasar las nubes mientras cambiaban de forma hasta dejar paso a las estrellas, que terminaban siendo las más reveladoras. Esta vez había ido hasta la silla con poca fe. El problema que se le planteaba era diferente a todos los anteriores, una ecuación con demasiadas incógnitas que parecía imposible de resolver.
Continúa leyendo pinchando aquí.
Me parece una idea genial, ya tengo ganas de leer el segundo aporte!
En el siguiente aparecen osos polares y un misterioso búnker. No te lo pierdas! muahaha
Es una buena idea y seguro muy entretenida. PAZ una demanda del publico bilingüe y franco parlante ¿podrías incluir luego de traducirla la versión original? No me malinterpretes no es desconfianza, solo curiosidad y apetencias. Gracias en cualquier caso.
Sin problema 😉
Casorra,
me has dejado con la intriga…;))).
Besisss
Pronto habrá nuevo capi!
Besotes.
está curiso,yo hice uno pero muy largo con una compañera,era de humor y es tan antiguo que solo te digo una cosa:nos íbamos pasando un diskete ajajajajajaja
Que buena idea Piss! Me gusta mucho tu estilo escribiendo 🙂 a ver que tal la segunda parte!
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte II. « #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte IV. « #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte III. « #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte V. « #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte VI. | #QuéFuMePah
Et nous on a pas le droit à la traduction française ? 🙂
Bien sûr, mais pour moi c’est beaucoup plus facile de le traduire à l’espagnol… Je pense que Laurent va faire la traduction au français à la fin de l’histoire.
Maintenant, tu peux pratiquer un peu ton espagnol 😛
Oui, oui, je le ferais Paz… Quand on aura fini l’histoire… 🙂
Ouch faudrait déjà que je l’apprenne tout court 😀
Et que j’ai du temps … pas évident en ce moment 🙂
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte VII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte VIII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte IX. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte X. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XI. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XIII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XIV. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XV. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XVI. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XVII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XVIII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XIX. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XX. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XXI. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XXII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XXIII. | #QuéFuMePah
Pingback: El mejor relato hispano-francés jamás contado. Parte XXVI. | #QuéFuMePah